HOUSTON – Varios oficiales de policía de Dallas perdieron la vida por arma de fuego anoche mientras protegían a miembros de la comunidad que estaban ejerciendo sus derecho a protestar pacíficamente. Los manifestantes protestaban públicamente por la cantidad de hombres de raza negra que siguen perdiendo su vida a manos de oficiales como los que les estaban protegiendo mientras llevaban a cabo su manifestación. Si la noche hubiera transcurrido según esa premisa, hubiéramos asistido a una demostración más de lo que hace grande a nuestro país: una ciudadanía proclamando públicamente su objeción a los males del gobierno, y funcionarios públicos que protegen el derecho constitucional de la ciudadanía para expresar su legitima condena y desaprobación. Por desgracia, este ejemplo por excelencia de la democracia se quebró en mil pedazos, y la nación se despertó hoy con la noticia de nuevos disparos y nuevas muertes.
Lo ocurrido nos recuerda las palabras del Dr. Martin Luther King: "La violencia es poco práctica porque se convierte en una espiral descendente que termina en la destrucción de todos." Durante los últimos tres días, el número de muertos ha aumentado a siete. Alton Sterling y Philando Castile—cuyas muertes provocaron que miles de personas llenaran las calles de Dallas en señal de protesta—no hicieron nada que justificara sus muertes. Los cinco agentes de la policía de Dallas tampoco hicieron nada que justificara las suyas. La suma de los más de 50 agentes muertos en acto de servicio y los 121 hombres negros asesinados por la policía a principios de este año demuestra con claridad que la violencia va en aumento. ¿Cuántos muertos son necesarios para que digamos basta?
Hacemos un llamado a los alcaldes de las ciudades de Texas para hacer frente a esta crisis: Reúnan a los jefes de las fuerzas de ley comprometidas a proteger y servir, a los líderes de las organizaciones que luchan por la igualdad y la justicia, y a los activistas locales que trabajan a diario para defender las comunidades vulnerables a lo largo y ancho de nuestro estado. Este es el momento de que tengamos un diálogo realista y deliberado que tenga como objetivo alentar la confianza y la solidaridad entre todos los tejanos. Tenemos que trabajar juntos para asegurarnos de que combatimos la violencia sin sentido de la que hemos sido testigos como nación esta semana—y durante el último año—con nuestras mejores armas democráticas: la razón, la reflexión y la acción honesta. No podemos esperar ni momento más para embarcarnos en este viaje.